Desde sus orígenes la Iglesia ha
considerado y valorado la investigación y las actividades del hombre en el
terreno cultural, así como la creación o manifestación externa de la acción de
éste, expresada en los diversos países y culturas. Al inicio se desarrollaban
preferentemente las humanidades y las artes plásticas. Hubo que esperar a la
Edad Media, para que el dominio de lo científico penetrara en el campo
cristiano y la Iglesia se comprometiera con ello, al punto de que este
compromiso ha podido ser considerado como el inicio o motor del progreso
científico, en la sociedad.
La ciencia se viene desarrollando desde
el siglo XVIII, y cada vez con más auge, hasta nuestros días. Es una forma de
conocimiento de la naturaleza, que tiene su autonomía y se debe respetar y
alentar. Es fundamentalmente instrumental del mandato de Dios, que dice:
“crezcan, multiplíquense y dominen la tierra” (Gen. 1,38). No hay que meterse
en la autonomía de los científicos… excepto que se extralimiten de su campo y
se metan en lo trascendente. La ciencia va trasformando la incultura en cultura.
Son muchos los campos de la ciencia que
han servido al progreso del hombre y de las sociedades, pero también hay que
señalar los riesgos de la emancipación de los científicos, más que de la
ciencia, para olvidarse del Creador, o para utilizar sus ventajas en beneficio
de unos con perjuicio de otros. Qué de estragos no ha hecho la aplicación de
los hallazgos de la ciencia, a la que se ha sumado la tecnología, en su
utilización en las guerras, recordemos las armas nucleares, o biológicas… y
también en las consecuencias, no siempre favorables de la transformación de las
sociedades industriales con el alto grado de contaminación atmosférica y del
subsuelo.
Conocer
la historia del vínculo Iglesia
y ciencia resulta
de interés en el mundo contemporáneo, para comprender de qué manera la Iglesia
haya colaborado u obstaculizado la investigación científica, tanto para
impulsar estudios como para oponerse a otros (por motivos doctrinales o
morales).
Se habla de la relación entre la ciencia
y la religión para indicar los estudios y discusiones que surgen a la hora de
establecer relaciones y de deslindar ámbitos de estudio entre lo que es propio
de la fe y de las religiones, y lo que es propio de la ciencia en sus distintas
ramificaciones.
La relación entre religión y ciencia ha
sido sujeto de estudio desde la antigüedad, entre filósofos, teólogos,
científicos y otros. Diferentes perspectivas regionales, culturas y épicas son
diversas, caracterizada por alguna como conflictiva, otros describiéndola como
armónica y otros proponiéndola de baja interacción.
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